lunes, 28 de febrero de 2011

Parce que... (I)

Lo que pasa es que a pesar de que yo no era del todo feliz, mi mundo tenía color.
Era una soledad tranquila, buscada, reconfortante y cómoda.
Tú eras el elemento gris ahí que me descuadraba...
un ente cercano sólo físicamente.
Aquel que no era parte de.

Te vi y me sentí sola.
Te vi y era una urgencia anexarte.
Y por distinto, te quise.

[Respondiendo a tu pregunta de la madrugada del 24 de julio] 

lunes, 21 de febrero de 2011

Motivo

"El facebook y mi diario en word me quedan chicos. No pretendo relatar una historia. Escribir aquí sólo es una catarsis personal para no terminar gritando sentimientos no recíprocos. Un fail, la verdad"

Consideraría que es descripción suficiente para sustentar la existencia de otro blog personal más congestionando la red. Pero no siempre es satisfactorio para muchos:

El tratar de huir del todo de una situación sobre la que ya no tienes ningún control te lleva a muchas cosas: a vengarte (de él), a transformarte (generalmente para mal) o a volver a caer (que es mi caso).

Creo que no me estoy explicando, pero tampoco intento ser tan explícita. Simplemente diré que todo lo que no digo en su cara (o al menos lo que ya no debo volver a decir) irá aquí, en cada post. El blog inicia con una persona, con su historia o bueno, al menos la que dejó en mí. Con una ilusión con un desengaño y con algo tan definitivo como la muerte. Fueron sentimientos y certezas que sólo pude tener luego de vivirlas, luego de sentir que en 7 meses él me había echo crecer 7 años.

No espero llenar esto con historias de autoayuda o superación personal ante una persona que hace daño. Soy conciente que no me hace bien, pero aún hay eso* como sea que se llame.
Pero así como inicia con él, el blog también terminará con él. Es mi manera de desgastar lo que siento, todo con la firme esperanza y deseo de algún día cansarme de escribirle a la nada, de hastiarme de contar su historia entre teclas, pantallas y cigarros a las 2 de la mañana. Hasta que él se apague como mi pc, hasta que ya no me salga nada, ni bueno ni malo...

Por eso.

sábado, 19 de febrero de 2011

Datzibao

Encontré el poema en uno de los archivos de word que utilizo a manera de diario. Lo leí un día seguramente de casualidad y como hago con todo aquello que me gusta, lo hice mío. Supuse que algún día necesitaría esas líneas. Mi visión no me falló. Las necesito, las necesité y por lo menos las utilizaré por un buen tiempo:

De pronto perdí todo contacto contigo.
Ya no pude llegar al teléfono, recordar ese número y llegar a tu casa que no conocí.
Ya no pude volar sobre ti como todos los días a las tres de la tarde
estas pobres alas no dieron más
y aquí me tienes ideando estas líneas que reflejan mis ojos cansados
de ir caminando con la mente y las manos repletas de yerba.

Yo fui el primer sorprendido.

La extrañeza de ser dos aves hurgándose el pecho
y corriendo uno detrás del otro entre las matas y bancas del parque.
y éramos arrojados fuera de nosotros mismos
y por esto fue que conocí tu ciudad
y me apreté contra ti buscando desesperadamente encontrarme en tus ojos
y amé todas tus cosas
y tu mirada angustiada y esa seriedad para responderme a ciertas preguntas y cuestiones que nos diferenciaron para siempre de las personas nacidas antes de 1950
tu maravilloso instinto agresivo desarrollado contra los males del tiempo
y portándote como en la más furiosa embestida
en la batalla por un lugar en el taxi que nos alejó miles de cuadras
más cerca de la pasión de la vida
hoy miércoles y no otro día.

Porque ya es hora de ir poniendo las cosas en claro
y más que nada empezar a ser uno mismo
un solo obstinado bloque de rabia.
Tú por todo lo que para mí reflejabas lo más claro, eres mi sopor
antes de echarte a gritar por estos sitios malditos
aún después de haber transformado esa palabrita bestialmente lúcida
en una flor obsesiva que yo no quiero acariciar ni comprender.

El suicidio, mi amiga, es una espera maldita
como puede ser aguantarnos un par de horas más en el parque
en medio de un viento furioso que pugna por arrancar de raíz lo más nuestro de nosotros
y tú junto a mí convertida en mi aliento escuchándote aprendiendo
de ti a la Molina no voy más
esa canción negra arde en mi pecho, me aplasta, levanta,
avienta a decir no contra todo.

Cada uno recuerda su primera caída.
Cada uno recuerda paso por paso los pasos que fue dando y los que no dio
porque en uno mismo está el propio enemigo.
Y yo me levanto para luchar contra mí - y me tengo miedo.

Lo perfecto consiste en desabotonarnos el torso
mientras vamos salvajemente penetrando en esta selva de arenas movedizas
y tu vida o mi vida no ruedan como esas naranjas plásticas que eludimos
porque tú y yo somos carne
y nada más que un fuego incendiando este verano.

La vida se abre como un sexo caliente bajo el roce de dedos
reventando millares de hojas tiernas y húmedas,
y no dijimos nada pero exigíamos a gritos destruir la ciudad,
esta ciudad, ese monstruo sombrío escapado de la mitología
devorador de sueños.

Y el musgo creció como un verso clarísimo en tus ojos.
tú querías leer mis poemas, aferrarte a ese instante de dulzura
donde jamás hubo límites entre uno y otro ser
y fuiste sólo una muchacha que pasó por mis ojos silenciosamente, pegada a mí,
a mi secreta manera de enredarme en las cosas
de explicar un mundo indeciso sembrado con piedras
Yo que creí que nada era nada en cualquier lugar de este mundo
y de pronto me di con tus sueños como con un golpe de mar sobre el rostro
y luego adiós porque todo y nada puede explicarse en el amor
y porque todo y nada se explica en nosotros y con nosotros.

Enrique Verástegui. De ¨En los Extramuros del Mundo¨